Lenguaje y Pensamiento
Montoya Víctor. (2003). Razón
y Palabra. Lenguaje y pensamiento en:
Razón y Palabra. Revista electrónica especializada en comunicación. Num 32. Abril-mayo
2003 recuperado de http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n32/vmontoya.htm
Por Víctor
Montoya
A pesar de las innumerables
investigaciones realizadas, no se sabe con certeza cuándo y cómo nació el
lenguaje, esa facultad que el hombre tiene para comunicarse con sus semejantes,
valiéndose de un sistema formado por el conjunto de signos lingüísticos y sus
relaciones. Aunque muchos investigadores tratan de echar luces sobre este
misterio, sus resultados no pasan de ser más que meras especulaciones. No
obstante, por la observación de los gritos de ciertos animales superiores,
algunos creen que tales gritos fueron los cimientos del lenguaje hablado.
Desde el punto de
vista antropológico y etnológico, es indudable que el lenguaje articulado
constituye una de las manifestaciones características que separan al hombre de
los seres irracionales. Éstos últimos expresan y comunican sus sensaciones por
medios instintivos, pero no hablan, a diferencia de los seres dotados de
conciencia. Por lo tanto, si tuviésemos que añadir un sexto sentido a los cinco
tradicionales, sin duda alguna ésta sería el habla, ya que la lengua, además de
servir para el sentido del gusto y otras funciones cotidianas, tiene la
aplicación de emitir sonidos articulados, una particularidad que, como ya
dijimos, nos diferencia de los animales inferiores con los que compartimos:
vista, oído, tacto, olfato y gusto.
De otro lado, el animal no es capaz de planificar sus acciones, puesto que toda
su conducta instintiva está determinada por su sistema de reflejos
condicionados e incondicionados. La conducta humana, en cambio, se define de
forma absolutamente diferente. La situación típica del individuo es el proceso
de planteamiento y solución de tal tarea por medio de la actividad intelectual,
que se vale no sólo de la experiencia individual, sino también de la
experiencia colectiva. Consiguientemente, el hombre, a diferencia de los
animales inferiores, sabe planificar sus acciones, y el instrumento fundamental
para tal planificación y solución de las tareas mentales es el lenguaje. Aquí
nos encontramos con una de sus funciones más elementales: la función de
instrumento del acto intelectual, que se expresa en la percepción, memoria,
razonamiento, imaginación, etc.
Los primeros signos
articulados por los pitecántropos, que habitaron en Asia y África, data de hace
unos 600.000 a. de J.C. Después vinieron otros homínidos cuya capacidad
craneal, superior al "Homo erectus", les permitió fabricar utensilios
rudimentarios y descubrir el fuego, pero también idear un código de signos
lingüísticos que los permitiera comunicar sus sentimientos y pensamientos.
Durante el paleolítico (aproximadamente 35.000 a. de J.C.), tanto el
"Hombre de Neandertal" como el "Hombre de Cro-Magnon" dan
señales de que poseían un idioma comunicativo y una anatomía equiparable a la
del hombre moderno. Quizás éstos sean algunos posibles "momentos" en
la evolución del lenguaje humano, desde la remota época en que el "Homo
sapiens" hacía simples gestos acompañados de gritos o interjecciones -a la
manera de ciertos animales-, hasta la descripción oral de los objetos que le
rodeaban y la designación de ideas mediante sonidos que suponían el aumento de
la capacidad de abstracción; un periodo en el que nacen las primeras lenguas,
coincidiendo con el desplazamiento de los hombres primitivos.
Con el transcurso del
tiempo, los hombres primitivos empezaron a vivir en pequeños grupos familiares,
usando un lenguaje que era de uso exclusivo del grupo, con palabras que expresaban
una idea común para todos. Poco a poco se fueron reuniendo en comunidades más
grandes, formando tribus y poblados. Algunos grupos se desplazaron a lugares
más o menos lejanos buscando nuevos territorios donde se podía encontrar caza y
pesca, mientras otros se trasladaron en busca de regiones más cálidas,
generalmente junto a los ríos, donde construyeron sus chozas y consolidaron su
lengua materna. Valga aclarar que si los habitantes de un lugar carecían de
relaciones con los de otros, no es nada probable que usaran el mismo lenguaje
para comunicarse entre sí, lo que hace suponer que desde el principio hubo
varias lenguas, y no una sola "lengua madre" como generalmente creen
los defensores del mito bíblico sobre "La Torre de Babel".
La filología comparada,
en su estudio sobre las relaciones entre las diversas lenguas, no ha logrado
encontrar ninguna esencialmente primitiva de la cual provengan todas las demás;
ninguna "lengua madre" universal, al margen de las hipótesis, asigna
la denominación de "lenguas madres" a aquellas de las cuales se han
derivado algunos idiomas, como el latín, que es la "lengua madre" del
francés, español, portugués, italiano y otras lenguas neolatinas.
Los antropólogos,
etnólogos y lingüistas, desde Luis Heyre (1797-1855) hasta la fecha, han
realizado profundas investigaciones en procura de averiguar la posible
existencia de un primitivo origen del lenguaje, estableciéndose diferentes
hipótesis encaminadas unas a las relaciones psicofísicas entre las sensaciones
de la visualidad y las auditivas; otras, tomando como fundamento de la
formación natural del lenguaje, la evolución progresiva impuesta por el entorno
social, y motivado por las necesidades del ser humano. Se ha pensado en la
onomatopeya, en la observación del lenguaje infantil, en la expresión de
sentimientos, en las interjecciones, etc. Pero los más destacados psicólogos y
lingüistas -a la cabeza de Antonio Meillet (1866-1936)-, han llegado al reconocimiento
de que hallar un lenguaje primitivo único es un problema insoluble, por lo que
se limitan a clasificar las lenguas y señalar las raíces de las que consideran
más primitivas.
En cualquier caso, se
debe añadir que la evolución del lenguaje ha sido paralela a la evolución del
hombre desde la más remota antigüedad. Los idiomas que abundan en la
actualidad, agrupadas en las ramas de un mismo tronco lingüístico, siguen
causando controversias entre los investigadores, puesto que el estudio del
origen del lenguaje es tan complejo como querer encontrar el "eslabón
perdido" en el proceso de humanización de nuestros antepasados.
Una sociedad, por muy
organizada que esté, es incapaz de fijar definitivamente el lenguaje, porque
éste se forma progresiva y gradualmente, por lo que no existe ninguna lengua
que pueda llamarse completa por no existir ninguna que exprese todas nuestras
sensaciones y todas nuestras ideas. No obstante, el humano, como cualquier ser
social por naturaleza, necesita relacionarse con sus semejantes, hablando y
escuchando, y el principal instrumento de comunicación es el lenguaje, cuyo
sistema, constituido por signos verbales o palabras, hace que los individuos se
entiendan entre sí. De no existir el lenguaje, tanto en su forma oral como
escrita, sería más difícil la convivencia social y más primitiva nuestra forma
de vida. Además, gracias al lenguaje ha sido posible lograr grandes éxitos en
el conocimiento y dominio de las fuerzas de la naturaleza.
¿El
lenguaje es innato o adquirido?
En la lingüística, como en otras
ciencias del conocimiento humano, existe una disputa entre el empirismo y el
nativismo. El nativismo sostiene que la capacidad de ver, oír, pensar y hablar
son actos innatos o genéticos. En cambio los empiristas, a la cabeza de los
behavioristas o conductistas, están convencidos de que el niño aprende a hablar
porque imita a los adultos -sobre todo a la madre- y porque tiene necesidad de
manifestar sus necesidades y deseos. Según los empiristas, el niño aprende el
idioma de la misma manera que otras destrezas físicas y mentales. Es decir,
mediante la llamada "conducta operante", que está determinada por la
influencia de factores externos o adquiridos y no así por medio de factores
innatos o genéticos.
Así como los
empiristas están convencidos de que el niño aprende a articular y combinar
sonidos, los nativistas y los psicólogos del Gestalt, que rechazan
categóricamente la teoría de que el entorno social sea el único factor
determinante en el desarrollo idiomático, están convencidos de que el habla es
un don biológico con el cual nacen los humanos, y que la experiencia cognitiva
es apenas un estímulo para su desarrollo posterior. De ahí que el psicólogo
Arnold Gesell, a diferencia de John B. Watson y Brurrhus Skinner, sostiene la
concepción de que gran parte del desarrollo lingüístico del individuo está
determinado por factores de maduración interna, y no por las simples
influencias del entorno social.
El desarrollo idiomático
del individuo, en consecuencia, no se puede explicar desde la "psicología
del aprendizaje" o conductismo, sino desde la perspectiva biológica; más
aún, si se considera el complicado proceso lingüístico que se genera en el
cerebro humano. Según J. Jackson (1835-1911), "cada función realizada por
el sistema nervioso es garantizada no por un grupo reducido de células, sino
por una complicada jerarquía de niveles de la organización fisiológica del
sistema nervioso. En otras palabras, para que la persona pronuncie una palabra
no es suficiente con que se activen el grupo de células de la corteza de los
hemisferios del cerebro 'responsable' de esto… En la gestación de la palabra
participan, según su naturaleza, estructura 'profundidad de yacimiento', diversos
mecanismos cerebrales… En el mantenimiento de los procesos lingüísticos toman
parte tanto los más elementales mecanismos fisiológicos del tipo 'estímulo
respuesta' (E-R) como mecanismos específicos que poseen estructura jerárquica y
exclusivamente características para las formas superiores de actividad
lingüística" (Petrovski, A., "Psicología general", 1980, pág.
193-194).
Para el pensador y
lingüista norteamericano Noam Chomsky -padre de la "gramática
generativa"-, el idioma es una suerte de computadora que funciona de
manera automática, como los procesos de asociación antes de pensar. Chomsky
plantea la teoría de que el niño tiene una programación genética para el
aprendizaje de su lengua materna, desde el instante en que las normas para las
declinaciones de las palabras, y la construcción sintáctica de las mismas,
están ya programadas genéticamente en el cerebro. Lo único que hace falta es
aprender a adaptar esos mecanismos gramaticales al léxico y la sintaxis del
idioma materno, que, en el fondo, es una variante de una gramática que es común
para todas las lenguas, sin que esto quiera decir que exista -o existió- una
"lengua madre universal" de la cual derivan todos los idiomas hasta
hoy conocidos (Jeffmar, C., "Moder Utvecklingspsykologi", 1983, pág.
66).
El segundo análisis
crítico lo dirige Chomsky contra el behaviorismo o conductismo, que contempla
el comportamiento lingüístico como un conjunto de estímulos y respuestas (E-R)
o, lo que es lo mismo, contra una concepción externa de la lengua. Si el dualismo
fue catalogado de error, el conductismo fue considerado irracional, además de
igualmente erróneo. El concepto de que el lenguaje sea algo adquirido del
entorno social contrasta con la teoría defendida por los nativistas, según la
cual el lenguaje es un producto interior de la mente/cerebro del hablante,
independiente de las experiencias y los conocimientos adquiridos del entorno
social por medio del proceso de aprendizaje.
Con todo, tanto las
teorías chomskianas y nativistas han sido motivos de controversias, sobre todo,
cuando los empiristas y behavioristas, que no aceptan la existencia de una
gramática innata y programada en el cerebro humano, señalan que las diferencias
gramaticales existentes entre los idiomas son pruebas de que el lenguaje es un
fenómeno adquirido por medio del proceso de aprendizaje. Noam Chomsky, por su
parte, responde que estas diferencias se presentan sólo en la estructura
superficial de los idiomas, pero no en la estructura profunda. Es decir, si en
la estructura superficial se advierte las diferencias gramaticales de los
distintos idiomas, en la estructura profunda se advierte una gramática válida
para todos los idiomas, pues cada individuo, al nacer, posee una gramática
universal que, con el tiempo y gracias a un contexto social concreto, se
convierte en una gramática particular.
Asimismo, aparte de
las dos teorías mencionadas, se debe añadir la concepción de los
"interrelacionistas", quienes consideran que el lenguaje es un
producto tanto de factores innatos como adquiridos, ya que el lenguaje depende
de impulsos internos y externos, que están determinados de antemano, lo que
presupone la preexistencia de sentimientos y pensamientos. Al faltar los
conceptos internos -por diversos motivos- falta también la facultad del habla,
como en los recién nacidos o en los impedidos mentales. Pero para hablar,
además de un contenido psíquico mínimo, hace falta el estímulo externo, el
impulso de expresarse y hacer partícipes a los demás de nuestros estados de
ánimo. De ahí que el estudio del desarrollo idiomático del individuo es tratado
no sólo por la psicolingüística, sino también por la sociolingüística, que
estudia cómo el idioma influye y es influido en la interrelación existente
entre el individuo y el contexto social, habida cuenta que el lenguaje, además
de ser un código de signos lingüísticos, es el acto de expresar ideas y
sentimientos mediante la palabra; más todavía, cuando el lenguaje es el primer
patrimonio familiar que recibe el recién nacido, a quien le acompaña desde la cuna
hasta la tumba, y es la herencia, a veces la única, que transmite a sus
descendientes.
¿Primero está el lenguaje o el pensamiento?
Si para el polémico
Noam Chomsky, el idioma es una especie de computadora que funciona de manera
automática, como los procesos de asociación antes de pensar, entonces habría
que suponer que el lenguaje está primero. La "teoría reguladora"
explica que la acción y el pensamiento dependen de la capacidad lingüística de
la persona, en tanto el psicólogo suizo Jean Piaget, cuyas teorías cognitivas
son ampliamente conocidas, sostiene que el lenguaje es, en gran medida, el
producto del desarrollo de la acción y el pensamiento, ya que tanto la palabra
como la idea son imágenes observadas y no a la inversa. Empero, no faltan
quienes aseveran que durante el desarrollo intelectual del individuo hay una
interrelación dialéctica entre el lenguaje y el pensamiento. De modo que
responder a la pregunta si primero está el lenguaje o el pensamiento, es lo
mismo que responder a la pregunta si primero está el huevo o la gallina.
De cualquier modo,
las tres teorías fundamentales que responden a la pregunta de si primero está
el lenguaje o el pensamiento se pueden sintetizar así:
1. La teoría de: "el lenguaje está antes que
el pensamiento" plantea que el idioma influye o
determina la capacidad mental (pensamiento). En esta corriente lingüística
incide la "gramática generativa" de Noam Chomsky, para quien existe
un mecanismo idiomático innato, que hace suponer que el pensamiento se
desarrolla como consecuencia del desarrollo idiomático. Por lo tanto, si se
considera que el lenguaje es un estado interior del cerebro del hablante,
independiente de otros elementos adquiridos del entorno social, entonces es
fácil suponer que primero está el lenguaje y después el pensamiento; más
todavía, si se parte del criterio de que el lenguaje acelera nuestra actividad
teórica, intelectual y nuestras funciones psíquicas superiores (percepción,
memoria, pensamiento, etc).
2. La teoría de: "el pensamiento está antes
que el lenguaje" sostiene
que la capacidad de pensar influye en el idioma. No en vano René Descartes
acuñó la frase: "primero pienso, luego existo". Asimismo, muchas
actitudes cotidianas se expresan con la frase: "tengo dificultad de decir
lo que pienso". Algunos psicolingüistas sostienen que el lenguaje se
desarrolla a partir del pensamiento, por cuanto no es casual que se diga:
"Una psiquis debidamente desarrollada da un idioma efectivo". En esta
corriente lingüística esta la llamada "The cognition hypothesis" (La
hipótesis cognitiva), cuya teoría se resume en el concepto de que el "pensamiento
está antes que el lenguaje". Pero quizás uno de sus mayores representantes
sea Jean Piaget, para quien el pensamiento se produce de la acción, y que el
lenguaje es una más de las formas de liberar el pensamiento de la acción.
"Piaget indica que el grado de asimilación del lenguaje por parte del
niño, y también el grado de significación y utilidad que reporte el lenguaje a
su actividad mental depende hasta cierto punto de las acciones mentales que
desempeñe; es decir, que depende de que el niño piense con preconceptos, operaciones
concretas u operaciones formales" (Richmond, P. G., "Introducción a
Piaget", 1981, pág. 139).
3. La "teoría simultánea" define que tanto el
lenguaje como el pensamiento están ligados entre sí. Esta teoría fue dada a
conocer ampliamente por el psicólogo ruso L.S. Vigotsky, quien explicaba que el
pensamiento y el lenguaje se desarrollaban en una interrelación dialéctica,
aunque considera que las estructuras del habla se convierten en estructuras
básicas del pensamiento, así como la conciencia del individuo es
primordialmente lingüística, debido al significado que tiene el lenguaje o la
actividad lingüística en la realización de las funciones psíquicas superiores
del hombre. Asimismo, "El lenguaje está particularmente ligado al
pensamiento. Sin embargo, entre ellos no hay una relación de paralelismo, como
frecuentemente consideran los lógicos y lingüistas tratando de encontrar en el
pensamiento equivalentes exactos a las unidades lingüísticas y viceversa; al
contrario, el pensamiento es lingüístico por su naturaleza, el lenguaje es el
instrumento del pensamiento. Lazos no menos fuertes ligan al lenguaje con la
memoria. La verdadera memoria humana (intermediadora) más frecuentemente se
apoya en el lenguaje que en otras formas de intermediación. En igual medida se
realiza la percepción con la ayuda de la actividad lingüística"
(Petrovski, A., "Psicología general", 1980, pág. 205).
Así pues, las
diversas teorías que pretenden explicar el origen del lenguaje, las funciones
del pensamiento y sus operaciones concretas, son motivos de controversias entre
los estudiosos de estas ramas del conocimiento humano. Empero, cualquier
esfuerzo por echar nuevas luces sobre este tema, tan fascinante como explicarse
los misterios del universo, es siempre un buen pretexto para volver a estudiar
las ciencias que conciernen al lenguaje y el pensamiento de todo ser dotado de
capacidad racional y sentido lógico.
Referencias:
Jeffmar, Christer: "Moder
Utvecklingspsykologi", Ed. Studentlitteratur, Lund, 1983.
Petrovski, A. : "Psicología General", Ed. Progeso, Moscú, 1980.
Richmond, P. G.: "Introducción a Piaget", Ed. Fundamentos, España, 1981.
Petrovski, A. : "Psicología General", Ed. Progeso, Moscú, 1980.
Richmond, P. G.: "Introducción a Piaget", Ed. Fundamentos, España, 1981.
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