domingo, 27 de agosto de 2023

DON ABUNDIO EL DEL POTRERO (de la vida y de la muerte)

 El texto es de Catón, el hombre que con picardía, agilidad, ironía y fluidez, describe la cotidianidad de la vida; del libro Don Abundio el del Potrero selecciono los siguientes pasajes que se refieren a la vida y a la muerte; [aunque el texto completo es espléndido].  Tienen una referencias a la pendejez que son una delicia... ya las compendiaré luego. 


Fuentes Aguirre, Armando. (2017). Don Abundio el del Potrero. Sabudiría para la vida. Humor del campo mexicano.  México. Diana.


Las referencias a la muerte se ubican en pasajes que inician más o menos así: "En el cementerio del Abrego hay una tumba que -si pudiera hablar - diría...". 


Mi cuerpo estuvo sepultado aquí. Después me volcí polvo y ahora soy la tierra que cubre a quienes han venido después que vine yo. El hombre que más sea no será mucho más de lo que soy. (pp15)


Estamos en esto que es la vida. El río fecunda la tierra; a su paso crecen las plantas y los árboles. Ojalá mi paso sea fecundo también. Algo queda del río aunque se vaya. Que algo quede de mí cuando me vaya yo. (pp16)


Nací. Fui el tonto del pueblo. No asistí a la escuela: mientras los otros niños decían que dos por dos son cuatro y otras tonterías, yo, el tonto, iba libre por el campo, veía como las nubes ven pasar a los hombres, escuchaba las voces de todo lo que no tiene voz. 
    Crecí. También entonces iba a todas partes sin llegar jamás a ninguna. Es decir, hacía lo mismo que hacen los demás. Los aldeanos se reían de mi, pues ignoraban que sus mujeres, cuando me hallaban en las eras, se reían conmigo de otro modo. Se había corrido entre ellas la voz de que para eso no era yo tan tonto.
    Morí. Contento, porque en mi locura supe que siempre fui mas feliz que aquellos que se reían de mí y que estuvieron sometidos toda la vida a la dura esclavitud de no parecer tontos. Ahora, en esta tumba que no tiene nombre, me pregunto si en verdad yo fui el tonto del pueblo. (pp 21)


Creía en Dios y sentía que Dios creía en mí. Pero luego el tedio de la vida y los pequeños fracasos cotidianos me hicieron dudar de que Dios estuviera conmigo, y entonces comence a dejar de estar con Dios. Deje de creer en Él, no sé si porque leí algunos libros o porque no leí los suficientes. Solamente los que saben mucho y los que no saben nada tienen a su alcance a Dios.
    Así, perdí la fe. Pero a nadie se lo dije. No importaba que yo no creyera en Dios; lo importante era que las gentes a las que yo amaba sí creían en Él. Por amor a ellos seguí amando a Dios. Le rezaba por las noches reclamándole que no existiese.
(...)
    Uno de los dones que recibí de la vida fue el de la muerte. La tuve tranquila. (...) Y dije para mí: Gracias a Dios. Porque no había nadie más a quien darle gracias. (pp 28)


De espíritu y materia está hecho el hombre. Ni el uno ni la otra mueren nunca. Así, somos inmortales, aunque no sepamos cuál es la forma que adopta nuestra inmortalidad.
    Solo cree en la muerte quien no conoce la vida. El que es muy sabio y el que tiene mucha fe, que es otra forma de sabiduría, adquieren la certidumbre de que la vida no se acaba. lo saben por la sucesión de los días y las noches, por el ritmo de las estaciones, por el eterno renacer que vemos en la naturaleza.
    Por eso, cuando celebramos los ritos de la muerte estamos celebrando también el rito de la vida. Afirman desolados filosofos que nacer es comenzar a morir. Digamos nosotros, llenos de esperanza, que morir es comenzas a nacer. Tras esto que llamamos muerte nos aguarda nueva vida. Todos vamos a morir. Todos vamos a nacer. (pp 33).


Don Obed, señor un poco raro, dice que las tumbras no deberían tener nombres porque en verdad no tienen hombres. Los restos que ahí están no son el hombre. Son eso: sus restos. Lo que fue el hombre no está ahí. ¿Para que entonces ponerle nombre a unos restos? (pp 47)


Todo es gracia (...) También todo es beleza. Cuatro estaciones de hermosura tiene el año. Antes la primavera me gustab; ahora es el otoño el que me gusta. Otoño es la tarea realizada, el fruto recogido. Es, además, promesa de descanso. (pp 60)


La vida eterna existe; es cierto, pertenece por igual al espíritu y a la materia. Ambos son creación de Dios, y todo lo que Él hizo lo hizo para la eternidad. Nosotros mismos somos vida eterna, como lo son también todas las cosas de este mundo. Vuelven las almas a la vida, y vuelve también la vida a las cosas hechas de la materia. Nada es anuncio de la nada, todo es promesa segura de vida. (pp 64)


Gracias a Dios que nos dio de comer sin haberlo merecido. (...)
    (...) el pan de cada día viene por partes iguales de la amorosa providencia del Señor y de la labor del hombre. Dios hizo la tierra, el agua, el sol, y puso en el mundo el aliento de la vida que hace nacer los frutos, pero cada día el hombre debe continuar la obra de la creación con el trabajo de sus manos. (pp 78)


Dios hizo las montañas para acercarnos a Él; para darnos a ver su grandeza e infundir en nosotros la santa virtud de la humildad, escudo contra la soberbia, que es fuente no solo de todos los pecados sino también de muchas faltas de educación. (pp 85).


Ni la vida ni la muerte tienen explicación. Suceden, simplemente, y a ambas debemos recibirlas por igual, pues ni la vida ni la muerte se pueden evitar. Son, en verdad, la misma cosa. 
    Todo lo que nace tiene que morir. Esa es verdad de perogrullo. Pero si tal es cierto -y lo es-, entonces  también todo lo que muere tiene que nacer otra vez. La esperanza de ese renacimiento nos debe consolar por la muerte del ser querido, y apartarnos del miedo a nuestra muerte. La vida no se acaba. Es vida eterna. (pp 95)


La vida vuelve a ser vida, aunque pase por ese trance momentáneo que es la muerte. (pp 105)


No podemos saber que hay antes y que habrá después de nuestra vida. (...) mientras viva el hombre debe procurar se feliz y dar felicidad a los demás; debe ser bueno y hacer el bien a los demás. (pp123)


La vida nuca deja de cantar; tú nunca dejes de escuchar su canto y añade a él tu propia canción, aunque sea humilde y pequeña (pp125)


El maestro de la escuela solía decir que no hay alma ni Dios y que todo termina con la muerte. Pero yo desde entonces sabía que eso no es cierto. Yo, que apenas aprendí a leer, sé que hay cosas que no se ven y, sin embargo, existen. Se puede ver el grando de trigo, pero no ves el alma que trae dentro hasta que lo sepultas en la tierra y el grano muere y de él sale la planta: las hojas verdes, el tallo, la colmada espiga. Cuando la muerte me llegó presentí que algo no moriría en mí. Ahora sé que bajé a la tierra, como el grano de trigo, y que la muerte liberó una vida que llevaba en mi sin conocerla. Solo quien no ha visto un grano de trigo puede creer que la vida termina con la muerte. (pp 128)


El caminante sigue su camino. Se ciernen cobre él las alas de Dios. De Él llegará la muerte, lo mismo que una vez llegó la vida. Esta y aquella -vida y muerte- son una misma cosa. (pp 144)


Llegué a la muerte sin conocer la vida. En los últimos instantes me asaltó una idea: debí haber trabajado menos, debí haber vivido más. (pp 144)


Estoy envejeciendo, sí, pero no me siento viejo. Es más, me gusta tener la edad que tengo. A mis años tienes más experiencia, más recuerdos, más tolerancia, más serenidad, más tiempo para ti... Sobre todo, tiene nietos. ¿Se puede pedir más? (pp 151)


Nada nos llevaremos con nosotros. Todo tendremos que dejar. Al final (...) solo nos quedará lo que hayamos dado a los demás. (pp 156)


Hermanos tenemos que no hablan. Debemos aprender a oirlos. Y debemos también aprender a compartir con ellos todas las cosas, ya sean tan pequeñas como el mundo o tan grandes como una nuez. (pp 158) 


Fui una mujer. Una más entre muchas mujeres. Pero procuré vivir vida buena para ser bien recordada. Tuve hijos, tuve nietos, y luego mis nietos también tuvieron hijos. Alcancé a verlos todavía.
    En ellos vivo ahora. Soy en ellos. Esa niñita tiene el mismo color de mi cabello. Este niño tiene la frente como yo... no lo saben, pero me llevan adonde van. Estoy en mis hijos y en los hijos de mis hijos. En ellos y y en los hijos de ellos estaré por todas las generaciones.
    El cura habla de la vida eterna. Yo no entendía sus palabras. Ahora sé que hay vida eterna. Pero no es aquella de la que él hablaba. Es esta vida de la que hablo yo. (pp 173)


Nuestro destino no es la noche, sino el día. Como el árbol busca el sol y tiende a él sus ramas, así nosotros buscamos a tientas nuestro camino hacia la luz. (pp 176)


La vida dura un momento pero vuelve siempre (pp186)


La vida es eterna, pero cada vida es breve. Es breve la vida de la mariposa, y es más breve aún la vida de los hombres porque sabemos de su brevedad. Hoy somos y mañana ya no. Al final aprendemos que un año ha durado un día y que un día valga lo que vale un año. Así, nuestra vida valdrá lo que vale una vida. 
    Hay quienes viven a medias. Están muertos a medias, y ni siquiera se dan cuenta. La única manera de merecer la vida es vivirla toda. (pp 191)


Mientras viví nunca pensé que iba muriendo, y no pensé que cuando morí que renacía. Ahora sé que la vida y la muerte son una misma cosa. Más aún; sé que en verdad no hay muerte. Solo la vida existe y todo lo llena con su eternidad. (pp 200)  


La muerte es cosa triste cuando aquel que murió no tuvo vida (pp 208)


La muerte del ser querido debe borrar en nosotros cualquier mal recuerdo de su vida, de modo que lo veamos solo en sus aspectos buenos, con las galas de belleza con que nos revestirá a todos la infinita misericordia de Dios.
    Siempre debemos dar a nuestros muertos el bálsamo de la bondad y el perdón. (pp 215)


La muerteme dio el don de comprender la vida. Ahora sé cuál es la mayor sabiduría. Gocé la flor, y la canción y el amor, el fiero vino y el bondadoso pan. Con esos sencillos elementos está hecha la vida de los hombres y yo la disfruté y gocé esos amables materiales. 
    Entenderá la vida quien entienda que sin su presencia seguirá habiendo flores y canciones, amor, risas, bebedores de vino y comedores de pan. La más grande ciencia  radica en entender -y en aceptar con serenidad- que la vida seguirá sin ti. Si aprendes eso a tiempo sabrás gozar de la vida y te irás de ella sin pesadumbre ni rencor. (pp 220) 


Ahora sé que debemos tener gran fe en la fe, y esperar la esperanza, y amar siempre el amor. Sin esas tres virtudes la vida se hace gris. Con una sola de ella, el amor, que a las otras envuelve, la vida puede pintarse con el mismo color que tiene el cielo. (pp 224)


No se si creí en Dios. Pero creí en la vida siempre, y quizás es lo mismo. En las mil manifestaciones de la vida yo vi a Dios, y en la vida encontré su eternidad porque la vida no acaba jamás. ¿Cómo puede la vida tener muerte? No termina jamás la vida, nunca. Se transforme tan solo. Yo lo aprendí en la naturaleza: se va la primavera y llegan los fríos del invierno, pero se va el invierno y renace otra vez la primavera. Ese ritmop de vida lo pude aprender porque lo vi. Quizá hay otro que no conozco y que ahora no puedo entender. Quizá al invierno de la muerte ha de seguir la primavera de la resurrección. No lo sé, pero lo siento en el fondo de mí. Y el sentimiento es a veces la mejor forma de la sabiduría. (pp 244)


YO YA NO SOY EL QUE ANTES FUI. POR MI HA PASADO MUCHA VIDA. POR MI HAN PASADO MUCHAS VIDA. 
Catón. 




era
- Espacio de tierra limpia y firme, algunas veces empedrado, en donde se trillan las mieses.
- Cuadro pequeño de tierra destinado al cultivo de flores u hortalizas.
- Suelo apisonado y preparado para majar el yeso, hacer las mezclas...


martes, 10 de enero de 2023

LA PRACTICA DEL AMOR. E Fromm

Los siguientes extractos se toman de "El arte de amar" de Erich Fromm; la intención es resumir el contenido del Cap. 4 e interesar al lector en la consulta al texto completo. 

En los  capítulos que le anteceden, Fromm se refiere a la teoría del amor pensándolo como respuesta al problema de la existencia humana para disertar luego sobre el amor entre padres e hijos de donde deriva luego en diferentes tipos de amor: fraternal, materno [aquí incluye referencias al amor paterno], erótico, amor a sí mismo y amor a Dios. Posteriormente dedica un capítulo a la desintegración del amor y cierra con el capítulo que ahora se resume: la práctica del amor.  

LA PRÁCTICA DEL AMOR

Amar es una experiencia personal que solo podemos tener por y para nosotros.


 La práctica de cualquier arte tiene ciertos requisitos: Disciplina [nunca se hará nada bien si no se hace de manera disciplinada, sin disciplina, la vida se torna caótica y carece de concentración], Concentración [condición indispensable para el dominio de un arte], Paciencia [necesaria para lograr cualquier cosa] y Preocupación por el dominio del arte. 

El arte, dice Fromm - se empieza a aprender de manea indirecta; se debe aprender un gran número de otras cosas que aparentemente no tienen relación con la práctica del amor; de modo que quien aspire a convertirse en un maestro [en el arte de amar] debe comenzar por practicar la disciplina, concentración y la paciencia en todas las fases de su vida.

La disciplina, [entendida como la capacidad de actuar ordenada y perseverantemente para conseguir un bien. Exige orden y lineamientos para lograr más rápidamente los objetivos deseados, soportando las molestias que esto ocasiona. La disciplina es un entrenamiento que corrige, moldea, da fortaleza y perfecciona, su misión es formar buenos hábitos y establecer una serie de reglas personales que comprometen a alcanzar un ideal, es una de las tareas más importantes de la vida. <Ecured>] Acorde con esta idea, es esencial que la disciplina no se practique como una regla impuesta desde afuera, sino que se convierta en una expresión de la propia voluntad, que se sienta como algo agradable, y que uno se acostumbre lentamente a un tipo de conducta que puede llegar a extrañar si deja de practicarla.

La concentración es, con mucho, más difícil de practicar. El paso más importante para aprender a concentrarse es aprender a estar solo con uno mismo sin leer, escuchar la radio, fumar o beber. Ser capaz de concentrarse significa poder estar solo con uno mismo - y esa habilidad es precisamente una condición para la capacidad de amar -.  

Fromm propone un ejercicio simple para practicar la concentración: sentarse en una posición relajada; cerrar los ojos y tratar de ver una pantalla blanca frente a los ojos, tratando de alejar todas las imágenes y los pensamientos que interfieran; luego intentar seguir la propia respiración; no pensar en ella, ni forzarla, sino seguirla - y, al hacerlo, percibirla-; tratar además de lograr una sensación de <<yo>>; yo = <<mí mismo>>, como centro de mis poderes, creador de mi mundo. Habría que realizar tal ejercicio por lo menos todas las mañanas durante veinte minutos (y, si es posible, más tiempo) y todas las noches antes de acostarse.

Hay que aprender a concentrarse en todo lo que uno hace, sea escuchar música, leer un libro, hablar con una persona, contemplar un paisaje. (...). Si uno está concentrado, poco importa qué está haciendo. Las cosas importantes o insignificantes toman una nueva dimensión de la realidad porque están llenas de la propia atención.

Aprender a concentrarse requiere evitar, en la medida de lo posible, las conversaciones triviales; importa también evitar las malas compañías (...) gente viciosa y destructiva, seres cuyos pensamientos y conversaciones son triviales; que parlotean en lugar de hablar y que afirman opiniones que son clichés en lugar de pensar. 

Concentrarse en la relación con otros significa fundamentalmente poder escuchar.

Cualquier actividad, realizada en forma concentrada, tiene un efecto estimulante (aunque luego aparezca un cansancio natural y benéfico); cualquier actividad no concentrada, en cambio, causa somnolencia. 

La paciencia es condición necesaria para la concentración. Si uno no sabe que todo tiene su momento, y quiere forzar las cosas, entonces nunca logrará concentrarse. 

Es imposible aprender a concentrarse sin hacerse sensible a uno mismo. ¿Qué significa eso? ¿Qué hay que pensar continuamente en uno mismo, <<analizarse>> o qué? significa tener conciencia de nuestras sensaciones, emociones, pensamientos... y analizarlos, preguntarnos ¿qué ocurre?, ¿Por qué estoy o me siento así?, es decir; estar atentos a nuestra voz interior que nos dice porque estamos así. 

Para el arte de amar

Cualidades importantes para la capacidad de amar.
    La condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo. [Trastorno de la personalidad que provoca una admiración excesiva por uno mismo, se caracteriza por un patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía (capacidad de "conectar" emocionalmente con los demás) <Ecured>]. El narcisista experimenta como real solo lo que existe en su interior. El polo opuesto del narcisismo es la objetividad; es la capacidad de ver a la gente y las cosas tal como son, y poder separar esa imagen objetiva de la imagen formada por los propios deseos y temores.

La facultad de pensar objetivamente es la razón; la actitud emocional que corresponde a la razón es la humildad. Ser objetivo, utilizar la propia razón, solo es posible si se ha alcanzado una actitud de humildad.

Puesto que el amor depende de la ausencia relativa del narcisismo, el arte de amar requiere el desarrollo de humildad, objetividad y razón. Toda la vida debe estar dedicada a esa finalidad. La adquisición y desarrollo de la capacidad de ser objetivo y de la razón representa la mitad del camino hacia el dominio del arte de amar. 

Si quiero aprender el arte de amar, debo esforzarme por ser objetivo en todas las situaciones.

La capacidad de amar depende de la propia capacidad para superar el narcisismo (...); depende de nuestra  capacidad de crecer, de desarrollar una orientación productiva en nuestra relación con el mundo.  Tal proceso de emergencia, de nacimiento, de despertar, necesita una cualidad como condición necesaria: fe. La práctica del arte de amar requiere la práctica de la fe. 

    ¿Qué es la fe? Para comprender el problema de la fe es necesario diferenciar la fe racional de la irracional. 

La fe irracional se refiere a la creencia (en una persona o una idea) que se basa en la sumisión a una autoridad irracional. Es la aceptación de algo como verdadero solo porque así lo afirma una autoridad o la mayoría.

La fe irracional arraiga en la sumisión a un poder que se considera avasalladoramente poderoso, omnisapiente y omnipotente, y en la abdicación del poder y la fuerza propios. La fe racional se basa en la experiencia opuesta. 

La fe racional es una convicción arraigada en la propia experiencia mental o afectiva. La fe racional no es una creencia en algo, sino la cualidad de certeza y firmeza que poseen nuestras convicciones. La fe racional arraiga en la actividad productiva intelectual y emocional. Constituye un importante componente del pensamiento racional. Esta fe está arraigada en la propia experiencia, en la confianza en el propio poder del pensamiento, observación y juicio a pesar de la opinión de la mayoría.

Toda fe racional no es una mera expresión de deseos, sino que se basa en la evidencia de los logros del pasado de la raza humana y en la experiencia interior de cada individuo  en su propia experiencia de la razón y el amor. 

La base de la fe racional es la productividad; vivir de acuerdo con nuestra fe significa vivir productivamente.

En la esfera de las relaciones humanas, la fe es una cualidad indispensable de cualquier amistad o amor significativos. <<Tener fe>> en otra persona significa estar seguro de la confianza e inmutabilidad de sus actitudes fundamentales, de la esencia de su personalidad, de su amor. 

Solo la persona que tiene fe en sí misma puede ser fiel a lo demás, (...). La fe en uno mismo es una condición de nuestra capacidad de prometer, y puesto que, como dice Nietzsche, el hombre puede definirse por su capacidad de prometer, la fe es una de las condiciones de la existencia humana.

Otro aspecto de la fe en otra persona se refiere a la fe que tenemos en las potencialidades de los otros. La fe en los demás culmina en la fe en la humanidad. 

Tener fe requiere coraje, la capacidad de correr un riesgo, la disposición a aceptar incluso el dolor y la desilusión. 

Ser amado y amar, requiere coraje, la valentía de atribuir a ciertos valores fundamental importancia, y de dar el salto y apostar todo a esos valores. 

¿Hay algo que deba practicarse en relación con la fe y el valor? Indudablemente, la fe puede practicarse a cada momento; por ejemplo: mantener la propia opinión sobre una persona, aunque la opinión pública o algunos hechos imprevistos parezcan invalidarla, mantener las propias convicciones, aunque estas no sean populares: todo eso requiere fe y coraje. Tomar las dificultades, los reveses y las penas de la vida como un desafío cuya superación nos hace más fuertes, y no como una injusto castigo que no tendríamos que recibir nosotros, requiere fe y coraje.

La practica de la fe y el valor comienza con los pequeños detalles de la vida diaria. El primer paso consiste en observar cuándo y dónde se pierde la fe. 
Amar significa comprometerse sin garantías, entregarse totalmente con la esperanza de producir amor en la persona amada. El amor es un acto de fe, y quien tenga poca fe también tiene poco amor.

Una actitud indispensable para la práctica del arte de amar es la actividad, la actividad interior, el uso productivo de los propios poderes. El amor es una actividad; si amo, estoy en constante estado de preocupación activa por la persona amada ... estar activo en el pensamiento, en el sentimiento, con los ojos y los oídos, durante todo el día, evitar la pereza interior, sea que esta signifique mantenerse receptivo, acumular o meramente perder el tiempo, es condición indispensable para la practica de amar.

La capacidad de amar exige un estado de intensidad, de estar despierto, de acrecentada vitalidad, que solo puede ser el resultado de una orientación productiva y activa en muchas otras esferas de la vida. Si no se es productivo en otros aspectos, tampoco se es productivo en el amor. 

El arte de amar está inseparablemente relacionado con el dominio social. Si amar significa tener una actitud de amor hacia todos, necesariamente debe existir no solo en las relaciones con la propia familia y los amigos, sino también para los que están en contacto con nosotros a través del trabajo, la diversión, los negocios, etc. 

La ética equitativa: Las relaciones actuales están influenciadas por el principio de la equidad. Equidad significa no engañar ni hacer trampas en el el intercambio de artículos y servicios, o en el intercambio de sentimientos ; este principio se aleja del ideal religioso del amor al prójimo que implica sentirse responsable por él y uno con él. La ética equitativa  implica no sentirse responsable y unido, sino separado y distante; significa respetar los derechos del prójimo pero no amarlo. 

Si toda nuestra organización social y económica está basada en el hecho de que cada uno trate de conseguir ventajas para sí mismo, si está regida por el principio del egotismo [tendencia a sobrevalorarse uno mismo en las diferentes áreas de la conducta (intelectual, afectiva. moral, social, etc) Colmex] atemperado solo por el principio  ético de la equidad, ¿Cómo es posible hacer negocios, actuar dentro de la estructura de la sociedad existente y, al mismo tiempo, practicar el amor? Parece que hablar de amor en el presente solo significa participar en el fraude general; solo un mártir o un loco puede amar en el mundo actual... el amor no es otra cosa que una prédica. 


Parece que es absoluta la incompatibilidad del amor y la vida <<normal>>. El principio sobre el que se basa la sociedad capitalista y el principio del amor son incompatibles. Los que se preocupan seriamente por el amor como única respuesta racional al problema de la existencia humana, deben llegar a la conclusión de que para que el amor se convierta en un fenómeno social y no una excepción individualista y marginal, nuestra estructura social necesita cambios importantes y radicales.

Si es verdad que el amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana, entonces toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga, perece a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza del hombre. Hablar de amor no es predicar, por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental de todo ser humano. Que esa necesidad haya sido oscurecida no significa que no exista. Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones sociales responsables de esa ausencia. Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no solo excepcional e individual es tener fe racional basada en la comprensión de la naturaleza misma del hombre. 

FIN DEL CAPÍTULO. 

 


FUENTES DE INFORMACIÓN

Colegio de México. (s.f.). Diccionario del español de México. https://dem.colmex.mx/Ver/egotismo 

ECURED. (s.f.). Disciplina. https://www.ecured.cu/Disciplina. 

Fromm Erich. (2016, Mayo). You shall be as gods. [El arte de amar]. Paidós Nueva Biblioteca.