domingo, 27 de agosto de 2023

DON ABUNDIO EL DEL POTRERO (de la vida y de la muerte)

 El texto es de Catón, el hombre que con picardía, agilidad, ironía y fluidez, describe la cotidianidad de la vida; del libro Don Abundio el del Potrero selecciono los siguientes pasajes que se refieren a la vida y a la muerte; [aunque el texto completo es espléndido].  Tienen una referencias a la pendejez que son una delicia... ya las compendiaré luego. 


Fuentes Aguirre, Armando. (2017). Don Abundio el del Potrero. Sabudiría para la vida. Humor del campo mexicano.  México. Diana.


Las referencias a la muerte se ubican en pasajes que inician más o menos así: "En el cementerio del Abrego hay una tumba que -si pudiera hablar - diría...". 


Mi cuerpo estuvo sepultado aquí. Después me volcí polvo y ahora soy la tierra que cubre a quienes han venido después que vine yo. El hombre que más sea no será mucho más de lo que soy. (pp15)


Estamos en esto que es la vida. El río fecunda la tierra; a su paso crecen las plantas y los árboles. Ojalá mi paso sea fecundo también. Algo queda del río aunque se vaya. Que algo quede de mí cuando me vaya yo. (pp16)


Nací. Fui el tonto del pueblo. No asistí a la escuela: mientras los otros niños decían que dos por dos son cuatro y otras tonterías, yo, el tonto, iba libre por el campo, veía como las nubes ven pasar a los hombres, escuchaba las voces de todo lo que no tiene voz. 
    Crecí. También entonces iba a todas partes sin llegar jamás a ninguna. Es decir, hacía lo mismo que hacen los demás. Los aldeanos se reían de mi, pues ignoraban que sus mujeres, cuando me hallaban en las eras, se reían conmigo de otro modo. Se había corrido entre ellas la voz de que para eso no era yo tan tonto.
    Morí. Contento, porque en mi locura supe que siempre fui mas feliz que aquellos que se reían de mí y que estuvieron sometidos toda la vida a la dura esclavitud de no parecer tontos. Ahora, en esta tumba que no tiene nombre, me pregunto si en verdad yo fui el tonto del pueblo. (pp 21)


Creía en Dios y sentía que Dios creía en mí. Pero luego el tedio de la vida y los pequeños fracasos cotidianos me hicieron dudar de que Dios estuviera conmigo, y entonces comence a dejar de estar con Dios. Deje de creer en Él, no sé si porque leí algunos libros o porque no leí los suficientes. Solamente los que saben mucho y los que no saben nada tienen a su alcance a Dios.
    Así, perdí la fe. Pero a nadie se lo dije. No importaba que yo no creyera en Dios; lo importante era que las gentes a las que yo amaba sí creían en Él. Por amor a ellos seguí amando a Dios. Le rezaba por las noches reclamándole que no existiese.
(...)
    Uno de los dones que recibí de la vida fue el de la muerte. La tuve tranquila. (...) Y dije para mí: Gracias a Dios. Porque no había nadie más a quien darle gracias. (pp 28)


De espíritu y materia está hecho el hombre. Ni el uno ni la otra mueren nunca. Así, somos inmortales, aunque no sepamos cuál es la forma que adopta nuestra inmortalidad.
    Solo cree en la muerte quien no conoce la vida. El que es muy sabio y el que tiene mucha fe, que es otra forma de sabiduría, adquieren la certidumbre de que la vida no se acaba. lo saben por la sucesión de los días y las noches, por el ritmo de las estaciones, por el eterno renacer que vemos en la naturaleza.
    Por eso, cuando celebramos los ritos de la muerte estamos celebrando también el rito de la vida. Afirman desolados filosofos que nacer es comenzar a morir. Digamos nosotros, llenos de esperanza, que morir es comenzas a nacer. Tras esto que llamamos muerte nos aguarda nueva vida. Todos vamos a morir. Todos vamos a nacer. (pp 33).


Don Obed, señor un poco raro, dice que las tumbras no deberían tener nombres porque en verdad no tienen hombres. Los restos que ahí están no son el hombre. Son eso: sus restos. Lo que fue el hombre no está ahí. ¿Para que entonces ponerle nombre a unos restos? (pp 47)


Todo es gracia (...) También todo es beleza. Cuatro estaciones de hermosura tiene el año. Antes la primavera me gustab; ahora es el otoño el que me gusta. Otoño es la tarea realizada, el fruto recogido. Es, además, promesa de descanso. (pp 60)


La vida eterna existe; es cierto, pertenece por igual al espíritu y a la materia. Ambos son creación de Dios, y todo lo que Él hizo lo hizo para la eternidad. Nosotros mismos somos vida eterna, como lo son también todas las cosas de este mundo. Vuelven las almas a la vida, y vuelve también la vida a las cosas hechas de la materia. Nada es anuncio de la nada, todo es promesa segura de vida. (pp 64)


Gracias a Dios que nos dio de comer sin haberlo merecido. (...)
    (...) el pan de cada día viene por partes iguales de la amorosa providencia del Señor y de la labor del hombre. Dios hizo la tierra, el agua, el sol, y puso en el mundo el aliento de la vida que hace nacer los frutos, pero cada día el hombre debe continuar la obra de la creación con el trabajo de sus manos. (pp 78)


Dios hizo las montañas para acercarnos a Él; para darnos a ver su grandeza e infundir en nosotros la santa virtud de la humildad, escudo contra la soberbia, que es fuente no solo de todos los pecados sino también de muchas faltas de educación. (pp 85).


Ni la vida ni la muerte tienen explicación. Suceden, simplemente, y a ambas debemos recibirlas por igual, pues ni la vida ni la muerte se pueden evitar. Son, en verdad, la misma cosa. 
    Todo lo que nace tiene que morir. Esa es verdad de perogrullo. Pero si tal es cierto -y lo es-, entonces  también todo lo que muere tiene que nacer otra vez. La esperanza de ese renacimiento nos debe consolar por la muerte del ser querido, y apartarnos del miedo a nuestra muerte. La vida no se acaba. Es vida eterna. (pp 95)


La vida vuelve a ser vida, aunque pase por ese trance momentáneo que es la muerte. (pp 105)


No podemos saber que hay antes y que habrá después de nuestra vida. (...) mientras viva el hombre debe procurar se feliz y dar felicidad a los demás; debe ser bueno y hacer el bien a los demás. (pp123)


La vida nuca deja de cantar; tú nunca dejes de escuchar su canto y añade a él tu propia canción, aunque sea humilde y pequeña (pp125)


El maestro de la escuela solía decir que no hay alma ni Dios y que todo termina con la muerte. Pero yo desde entonces sabía que eso no es cierto. Yo, que apenas aprendí a leer, sé que hay cosas que no se ven y, sin embargo, existen. Se puede ver el grando de trigo, pero no ves el alma que trae dentro hasta que lo sepultas en la tierra y el grano muere y de él sale la planta: las hojas verdes, el tallo, la colmada espiga. Cuando la muerte me llegó presentí que algo no moriría en mí. Ahora sé que bajé a la tierra, como el grano de trigo, y que la muerte liberó una vida que llevaba en mi sin conocerla. Solo quien no ha visto un grano de trigo puede creer que la vida termina con la muerte. (pp 128)


El caminante sigue su camino. Se ciernen cobre él las alas de Dios. De Él llegará la muerte, lo mismo que una vez llegó la vida. Esta y aquella -vida y muerte- son una misma cosa. (pp 144)


Llegué a la muerte sin conocer la vida. En los últimos instantes me asaltó una idea: debí haber trabajado menos, debí haber vivido más. (pp 144)


Estoy envejeciendo, sí, pero no me siento viejo. Es más, me gusta tener la edad que tengo. A mis años tienes más experiencia, más recuerdos, más tolerancia, más serenidad, más tiempo para ti... Sobre todo, tiene nietos. ¿Se puede pedir más? (pp 151)


Nada nos llevaremos con nosotros. Todo tendremos que dejar. Al final (...) solo nos quedará lo que hayamos dado a los demás. (pp 156)


Hermanos tenemos que no hablan. Debemos aprender a oirlos. Y debemos también aprender a compartir con ellos todas las cosas, ya sean tan pequeñas como el mundo o tan grandes como una nuez. (pp 158) 


Fui una mujer. Una más entre muchas mujeres. Pero procuré vivir vida buena para ser bien recordada. Tuve hijos, tuve nietos, y luego mis nietos también tuvieron hijos. Alcancé a verlos todavía.
    En ellos vivo ahora. Soy en ellos. Esa niñita tiene el mismo color de mi cabello. Este niño tiene la frente como yo... no lo saben, pero me llevan adonde van. Estoy en mis hijos y en los hijos de mis hijos. En ellos y y en los hijos de ellos estaré por todas las generaciones.
    El cura habla de la vida eterna. Yo no entendía sus palabras. Ahora sé que hay vida eterna. Pero no es aquella de la que él hablaba. Es esta vida de la que hablo yo. (pp 173)


Nuestro destino no es la noche, sino el día. Como el árbol busca el sol y tiende a él sus ramas, así nosotros buscamos a tientas nuestro camino hacia la luz. (pp 176)


La vida dura un momento pero vuelve siempre (pp186)


La vida es eterna, pero cada vida es breve. Es breve la vida de la mariposa, y es más breve aún la vida de los hombres porque sabemos de su brevedad. Hoy somos y mañana ya no. Al final aprendemos que un año ha durado un día y que un día valga lo que vale un año. Así, nuestra vida valdrá lo que vale una vida. 
    Hay quienes viven a medias. Están muertos a medias, y ni siquiera se dan cuenta. La única manera de merecer la vida es vivirla toda. (pp 191)


Mientras viví nunca pensé que iba muriendo, y no pensé que cuando morí que renacía. Ahora sé que la vida y la muerte son una misma cosa. Más aún; sé que en verdad no hay muerte. Solo la vida existe y todo lo llena con su eternidad. (pp 200)  


La muerte es cosa triste cuando aquel que murió no tuvo vida (pp 208)


La muerte del ser querido debe borrar en nosotros cualquier mal recuerdo de su vida, de modo que lo veamos solo en sus aspectos buenos, con las galas de belleza con que nos revestirá a todos la infinita misericordia de Dios.
    Siempre debemos dar a nuestros muertos el bálsamo de la bondad y el perdón. (pp 215)


La muerteme dio el don de comprender la vida. Ahora sé cuál es la mayor sabiduría. Gocé la flor, y la canción y el amor, el fiero vino y el bondadoso pan. Con esos sencillos elementos está hecha la vida de los hombres y yo la disfruté y gocé esos amables materiales. 
    Entenderá la vida quien entienda que sin su presencia seguirá habiendo flores y canciones, amor, risas, bebedores de vino y comedores de pan. La más grande ciencia  radica en entender -y en aceptar con serenidad- que la vida seguirá sin ti. Si aprendes eso a tiempo sabrás gozar de la vida y te irás de ella sin pesadumbre ni rencor. (pp 220) 


Ahora sé que debemos tener gran fe en la fe, y esperar la esperanza, y amar siempre el amor. Sin esas tres virtudes la vida se hace gris. Con una sola de ella, el amor, que a las otras envuelve, la vida puede pintarse con el mismo color que tiene el cielo. (pp 224)


No se si creí en Dios. Pero creí en la vida siempre, y quizás es lo mismo. En las mil manifestaciones de la vida yo vi a Dios, y en la vida encontré su eternidad porque la vida no acaba jamás. ¿Cómo puede la vida tener muerte? No termina jamás la vida, nunca. Se transforme tan solo. Yo lo aprendí en la naturaleza: se va la primavera y llegan los fríos del invierno, pero se va el invierno y renace otra vez la primavera. Ese ritmop de vida lo pude aprender porque lo vi. Quizá hay otro que no conozco y que ahora no puedo entender. Quizá al invierno de la muerte ha de seguir la primavera de la resurrección. No lo sé, pero lo siento en el fondo de mí. Y el sentimiento es a veces la mejor forma de la sabiduría. (pp 244)


YO YA NO SOY EL QUE ANTES FUI. POR MI HA PASADO MUCHA VIDA. POR MI HAN PASADO MUCHAS VIDA. 
Catón. 




era
- Espacio de tierra limpia y firme, algunas veces empedrado, en donde se trillan las mieses.
- Cuadro pequeño de tierra destinado al cultivo de flores u hortalizas.
- Suelo apisonado y preparado para majar el yeso, hacer las mezclas...